Ayer una periodista muy respetada se quejó de que esta comunicadora social es “demasiado corporativa”; es fue en medio de una reunión de estatus que estuvo sabrosamente intensa. Dada mi historia profesional decidí tomarlo como un cumplido y reflexionar sobre esas características que he desarrollado en el tiempo: honesta, responsable, trabajadora, preparada, sin salirme de mi línea de mensaje pero con una sonrisa, siempre. Soy corporativa y media pues me encantan los resultados medibles, los recortes de prensa debidamente digitalizados, un vocero bien preparado (y sin tufo), los Q&As a prueba de balas y, sobre, todo saber que mi trabajo da resultados que ayudan a los clientes a vender sus productos, dar a conocer sus servicios y convencer a la gente de que un buen chocolate es el cielo en la tierra.
También lo de “corporativa” fue un llamado de atención sobre la necesidad de ser más flexible y entender que los profesionales 3.0 como yo a veces nos encerramos en una burbuja. Estamos convencidos que todo el mundo se interesa, conoce y maneja las herramientas tecnológicas que hacen más fácil la labor periodística. Es que a los tekkies y a los frikkies (como nos llama la @gabycastellanos) se nos olvida que había vida antes de Internet, lo que para mí es 1993, cuando nos instalaron el servicio de CompuServe en la oficina.
Mi muy respetado William Nazaret, en su ponencia Tsunami Digital, habla de cómo la digitalización creciente de los procesos y las desigualdades en la disponibilidad de ancho de banda aumentan la llamada brecha digital entre los países, los pueblos y las comunidades. También, diría yo, aumenta la brecha entre aquellos profesionales mayores llenos de conocimiento, experiencia y sabiduría y los más jóvenes —no tan sabios—, pero con las herramientas técnicas tan necesarias para atender un público que ha cambiado sus hábitos de consumo de información. No olvidemos que ahora Venevisión compite con los canales de cable, pero también con PlanetaURBE, millones de canales de YouTube, Vimeo, etc…
El reto, pienso, es construir puentes entre mis números y reportes y el olfato, que nunca falla, y usar el “corporativismo” para evangelizar y no para imponer criterios y saber darle la vuelta, pues, al final del día todos estamos en el mismo barco y hay que mostrar resultados.